Se reconocen dos períodos críticos para la ocurrencia de fisuración en hormigones: fisuración a temprana edad debido a efectos térmicos por el desarrollo del calor de hidratación, y la fisuración por retracción del hormigón a edades mayores (sobre los 28 días) debida a la pérdida de agua a edad temprana. En estos casos el hormigón no es capaz de absorber las tensiones a las cuales está sometido el material por efecto de la rigidización, ya que no alcanza a tener desarrollada esta capacidad, lo que afecta seriamente su durabilidad.
Para reducir el riesgo de fisuración a edad temprana, se debe monitorear la temperatura al interior del núcleo de hormigón y la superficie, lo cual es posible con la termocupla SmartRock. De existir una diferencia de temperatura entre núcleo y recubrimiento mayor a 20° C, la posibilidad de ocurrencia de fisuras a edades tempranas es elevada, entonces el contratista debe incurrir en costo de inyección de fisuras para devolver monolitismo a los elementos.
Con un correcto monitoreo en el tiempo de la termocupla SmartRock para conocer la evolución de la temperatura del hormigón, se disminuye la posibilidad de daños mayores al hormigón, de manera de aminorar posibles gastos por fisuración.
En el ACI se indica de un gradiente de temperatura de 0.4 grados/cm que debe ser monitoreado para evitar que el elemento se fisure.
Otro caso típico de fisuración a edades tempranas se produce cuando la constructora solicita al proveedor de hormigón un hormigón que alcance una resistencia elevada en edades tempranas, muchas veces el proveedor entrega un hormigón que a los 28 días tiene una resistencia mucho mayor a la especificada en proyecto debido a que se requiere una determinada resistencia en menor tiempo. El problema que esta sobre resistencia tiene es que en muchos casos se producen fisuras producto de un altísimo aumento de la temperatura del hormigón, y a un posible mal curado de los elementos.